
¿Sabes a cuándo se remonta la convivencia entre perros y humanos?
Si desde Picart te decimos que se trata de un perro cuadrado con una cabeza delgada, de cráneo más ancho que el hocico, ojos almendrados y de color oscuro, orejas colgantes, cuello largo y sin belfos, ¿sabes a qué raza de perro nos referimos? Si has pensado en el Saluki, ¡enhorabona, has acertado!
¿Por qué hablamos del Saluki en este post? Porque en esta ocasión queremos hacer un poco de historia y rememorar los orígenes de los canes en nuestra civilización. Y es que se cree que el Saluki es la raza de perro más antigua conocida por el hombre, considerada un regalo de Allah.
El Saluki llegó a ser considerado de origen real en el antiguo Egipto, un momento histórico en el que los perros y también los gatos tuvieron una presencia importante en esa civilización. Tal era su estima, que los perros Saluki dormían con sus dueños en las tiendas para que se protegieran del calor del día y el frío de la noche ya que las tribus del desierto eran nómadas y sufrían varios cambios de hábitat y de temperatura.
Estos perros se tenían en tan alto aprecio en el antiguo Egipto que, cuando morían, sus cuerpos eran momificados al igual que los grandes faraones. Los arqueólogos los han encontrado momificados junto a la tumba de su amo. Cuando dejaban de existir por muerte natural, se les lloraba y se llevaba luto tanto en su honor como en el de su amo.
El célebre historiador griego Heródoto de Halicarnaso, que visitó Egipto a mediados del siglo V a.C., ya subrayó que «los animales domésticos eran abundantes» y dio testimonio de la gran desolación que la muerte de una mascota producía entre los habitantes de la casa; éstos se depilaban las cejas en signo de aflicción cuando moría su gato, y se afeitaban todo el cuerpo, incluida la cabeza, si el que moría era un perro.
Los perros en Egipto eran respetados y estaba prohibido matarlos. Se condenaba esta actitud con la pena de muerte y el maltrato de animales se penaba hasta con castigos corporales.
Hace ya más de 30.000 años de ese momento y todavía hoy y cada vez más los seres humanos queremos a nuestros perros y gatos. La investigación nos demuestra que hemos estado compartiendo nuestras vidas con ellos durante, al menos, este “corto” período de tiempo.
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